viernes, 30 de abril de 2010

Escultura Neoclásica

Hay un especial protagonismo en la vida artística del siglo XIX por motivos prácticos tanto como estéticos. Los escultores neoclásicos pudieron copiar con mayor fidelidad que los pintores los modelos antiguos, porque la mayoría de los originales (o copias romanas de los originales griegos) sobrevivieron gracias a la naturaleza inalterable de la piedra (en bronce se conservaron muy pocas piezas).
En lo estético, la recuperación de antiguas formas griegas para expresar ideas contemporáneas procedía de la creencia, generalizada en el siglo XVIII, de que en las obras de la Antigüedad residían los más altos valores de excelencia y virtud. Se creía que los griegos habían tomado el arte de los asirios y egipcios en una forma primitiva y carente de finalidad, y que le habían infundido sentido y alma, creando así la suprema realización escultórica del hombre. “Lo dotaron de heroísmo, majestad y belleza”, escribió un crítico contemporáneo.
Los artistas del período, como reacción ante todo aquello que consideraban frívolo e irracional en el estilo rococó. Quisieron imponer cualidades estéticas de veracidad, pureza y nobleza tal como aparecían ejemplificadas, según creían, en las más bellas obras de la Antigüedad. Además, la recuperación de estas formas antiguas tenía también una misión ética: purificar tanto a la sociedad como al arte. El escultor interpretaría las necesidades espirituales del hombre, sus sentimientos más refinados, incluso sus más vagas aspiraciones, además de sus ideas sobre la belleza moral e intelectual.

Napoleón divinizado de Antonio Canova


Psique y amor de Antonio Canova

No hay comentarios:

Publicar un comentario